En los últimos años, expertos y funcionarios de toda Europa y más allá han levantado la voz de alarma sobre la creciente amenaza que representan las presuntas tácticas de guerra híbrida de Rusia. Estos métodos, que van desde sabotajes y ciberataques hasta posibles actos de terrorismo, han puesto a las naciones occidentales en máxima alerta.

En el centro de esta preocupación se encuentra la afirmación de que el gobierno del presidente ruso Vladimir Putin estaría dispuesto a infligir víctimas masivas, incluso atacando a civiles inocentes en aerolíneas, con el objetivo de cumplir sus objetivos geopolíticos.

Guerra híbrida y terrorismo patrocinado por el Estado

Keir Giles, un destacado experto en Rusia del Chatham House, ha advertido que los civiles probablemente serán víctimas de futuros complots rusos. Las preocupaciones de Giles están fundamentadas en una serie de incidentes y patrones que sugieren que el Kremlin está intensificando sus tácticas.

Durante la Guerra Fría, Rusia patrocinaba movimientos terroristas para desestabilizar a sus adversarios. Hoy en día, esa disposición para causar daño parece haber resurgido, como lo demuestran los recientes intentos de sabotaje supuestamente vinculados a Rusia.

Uno de estos incidentes implicó el descubrimiento de un artefacto incendiario en un paquete a bordo de un avión con destino al Reino Unido. El artefacto se encendió en un almacén, afortunadamente sin causar víctimas.

Sin embargo, este suceso subraya el potencial de daños masivos si tales esfuerzos llegaran a tener éxito. La predicción de Giles sobre un aumento en los ataques terroristas patrocinados por el Estado ruso en toda Europa resalta la urgencia de abordar esta amenaza en evolución.

El papel del sabotaje y los ciberataques

Las tácticas atribuidas a Rusia no se limitan a ataques físicos. El corte de cables de telecomunicaciones submarinos en el Mar Báltico en noviembre de 2024 ejemplifica la capacidad de Moscú para interrumpir infraestructuras críticas.

La ruptura de un cable de internet de 135 millas entre Lituania y la isla de Gotland en Suecia, así como de un cable de 745 millas entre Helsinki y Rostock, Alemania, provocó indignación y sospechas de sabotaje intencionado.

Además de los ataques a infraestructuras físicas, Rusia ha sido acusada de interferir en procesos políticos en toda Europa. Campañas cibernéticas dirigidas a elecciones en Letonia, Lituania, Estonia y otras naciones buscan desestabilizar gobiernos y debilitar su compromiso con la OTAN y la Unión Europea. Estas actividades forman parte de una estrategia más amplia para socavar la unidad y la determinación de Occidente, especialmente en el contexto de la guerra en curso de Rusia en Ucrania.

Escalada de tensiones y respuesta internacional

El primer ministro de Polonia acusó recientemente a Rusia de planear actos de “terror aéreo” contra aerolíneas en todo el mundo. Esta afirmación surge en medio de informes sobre un aumento en los esfuerzos de sabotaje y amenazas a la seguridad de la aviación.

Darius Jauniškis, jefe del Departamento de Seguridad del Estado de Lituania, enfatizó que la agresión rusa se está volviendo más pronunciada. El accidente mortal de un avión en Lituania en 2024, que algunos sospechan estuvo relacionado con interferencias rusas, refuerza estos temores.

Funcionarios occidentales también han señalado incidentes como el incendio en una fábrica química de Berlín en mayo de 2024, que supuestamente fue objeto de saboteadores rusos. La fábrica producía armas destinadas a Ucrania, convirtiéndola en un objetivo estratégico.

Este acto de sabotaje se alinea con acusaciones más amplias contra Rusia, incluidas las explosiones en el gasoducto Nord Stream y la instrumentalización de la migración masiva en sus fronteras occidentales.

Preparándose para la próxima fase de la guerra híbrida

A pesar de estos alarmantes desarrollos, muchas naciones europeas siguen sin estar preparadas para contrarrestar la naturaleza multifacética de la guerra híbrida rusa. Funcionarios de defensa han advertido que el continente carece de los recursos y la coordinación necesarios para abordar eficazmente amenazas como sabotajes, incendios, asesinatos y ataques a infraestructuras.

El uso de drones se ha convertido en una preocupación creciente, con la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, destacando su creciente prevalencia en esfuerzos de espionaje y sabotaje.

Según las regulaciones actuales, los soldados alemanes pueden asistir a la policía en la intercepción de drones, pero nuevas propuestas permitirían al ejército derribar drones que representen una amenaza inminente para infraestructuras críticas o vidas humanas.

La necesidad de una estrategia unificada

La respuesta a estas amenazas requiere un enfoque coordinado y robusto por parte de las naciones occidentales. La falta de acción decisiva ha permitido que Rusia continúe con sus tácticas agresivas con pocas consecuencias.

Como señaló Keir Giles, podría ser necesario un “desastre sustancial” antes de que Europa reconozca plenamente la magnitud de la amenaza. Las advertencias de los estados nórdicos y bálticos, que han estado en primera línea de la agresión rusa, deben ser atendidas.

Además de fortalecer las defensas físicas y cibernéticas, las naciones occidentales deben mejorar los mecanismos de intercambio de inteligencia para detectar y frustrar los complots rusos antes de que se materialicen. El despliegue de tecnologías avanzadas de vigilancia, junto con una mayor preparación militar, puede ayudar a disuadir futuros actos de agresión.

Conclusión

El potencial de víctimas masivas debido al terrorismo patrocinado por el Estado ruso es una realidad que exige atención inmediata. Desde sabotajes a infraestructuras críticas hasta complots terroristas contra aerolíneas, las tácticas de guerra híbrida de Rusia representan una amenaza directa para la seguridad global.

Abordar este desafío requerirá un enfoque unificado y proactivo, asegurando que Occidente esté preparado para contrarrestar y disuadir la agresión del Kremlin. No actuar de manera decisiva podría tener consecuencias catastróficas, no solo para Europa, sino para toda la comunidad internacional.