Ruta por el País Vasco francés: pueblos y ciudades perfectos para una escapada a pocos minutos de España

Ruta por el País Vasco francés: pueblos y ciudades perfectos para una escapada a pocos minutos de España


Justo al otro lado de la frontera con Francia, se extiende una región plagada de pueblos con encanto, preciosas playas y multitud de espacios verdes, un lugar perfecto para una escapada de naturaleza, relax y desconexión. Se trata del País Vasco francés, un lugar mágico entre el Océano Atlántico y los Pirineos.

Entre sus principales atractivos encontramos “hermosos pueblos clasificados entre los más bellos de Francia”, cuentan a 20minutos desde la Oficina de Turismo del Pays Basque. Pero también preciosas estampas como La Rhune, “una montaña a la que se puede subir con un tren para admirar y contemplar la vista”, señalan.

Hendaya

Al cruzar la frontera con Francia, nos topamos de lleno con Hendaya. Este pueblo se presenta como un lugar tranquilo de playas de arena fina, casas de estilo vasco y un rico patrimonio arquitectónico. De hecho, es el lugar de origen del conocido como estilo neo-vasco.

En su costa encontramos 3 kilómetros de idílicas playas frecuentadas tanto por familias como por surfistas. Además, en el litoral también podemos ver curiosas formaciones rocosas llamados flysch, a los que se puede acceder por los senderos que discurren por la costa.

Al adentrarnos en el pueblo, nos sumergiremos en una mar de fachadas blancas y tejados rojos. Por el camino iremos descubriendo lugares como el frontón Gaztelu Zahar y sus pelotaris o los restos de la muralla de Vauban, desde donde podemos contemplar una espectacular vista de la ciudad española de Hondarribia.

No olvidamos uno de los puntos más emblemáticos de Hendaya, el Castillo Abaddia, situado a las afueras de la población. Se trata de una bonita construcción levantada sobre escarpados acantilados entre 1864 y 1884 y bajo un estilo neogótico.

San Juan de Luz

Una de las joyas escondidas del País Vasco es el pintoresco pueblo de San Juan de la Luz, a 20 minutos de Hendaya por la D810. Bañada por las aguas de una amplia bahía y custodiada por las montañas, la villa no ha perdido su esencia marinera. En su puerto, donde antaño atracaron corsarios y pescadores balleneros, aún podemos encontrar pequeñas embarcaciones de pesca tradicional.

Las calles del pueblo combinan ese patrimonio con sus edificios históricos como “la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, donde se casó el rey Luis XIV con la infanta María Teresa de Austria en 1660”, cuentan a 20minutos desde la Oficina de Turismo de San Juan de Luz.


Y es que la figura del rey está muy presente en la cultura del lugar, con la plaza que lleva su nombre como centro neurálgico. Aquí nos topamos con construcciones de gran belleza como la Maison Louis XIV o el Ayuntamiento, así como las calles que nos llevan a otros puntos de gran importancia como la Grande Plage, la animada playa del pueblo.

Sus vibrantes calles comerciales de casas de tejados rojos las encontramos repletas de comercios emblemáticos como “Pariès Maison du Kanouga, Maison Laffargue, Maison Adam o Lartigue 1910”, señalan, donde podremos adquirir desde típicos dulces hasta productos de marroquinería. De igual manera, recomiendan, “dar una vuelta en el mercado de productores locales, Les Halles de St Jean de Luz”.


Biarritz

Uno de los destinos más populares del País Vasco francés es Biarritz, una ciudad de desbordante cultura y con una atractiva escena culinaria a media hora de San Juan de Luz por la A63. Además, con una combinación de playas y montañas, la naturaleza del lugar es sobrecogedora.

Entre sus imprescindibles, la Oficina de Turismo de la ciudad recomienda la Capilla Imperial, construida en 1864 con una combinación de los estilos románico-bizantino y hispano-morisco, así como el faro que domina el cabo Hainsart. Al subir sus 248 escalones, podemos disfrutar de unas maravillosas vistas de la costa vasca.

Por otro lado, para empaparnos de la cultura del lugar, podemos visitar la Iglesia Ortodoxa, construida entre 1890 y 1892 por la comunidad rusa que vivía en aquel momento en la ciudad. O bien el Museo de Historia, una muestra de la evolución de Biarritz ubicada en una antigua iglesia anglicana.

Pero no podemos olvidar uno de sus principales atractivos: sus bonitas playas. Entre ellas destacan Miramar, entre el faro y el Hôtel du Palais; Grande Plage, justo en el corazón de la ciudad; Port Vieux, al fondo de una ensenada rocosa; Côte des Basques, una cuna del surf; Marbella, de naturaleza salvaje, y Milady, muy frecuentada por los locales.

Bayona

La población de Bayona es tal vez una de las más conocidas y visitadas del País Vasco francés, y la encontramos a tan solo 20 minutos de Biarritz por la D260. Esta ciudad destaca por su importante patrimonio arquitectónico, marcado por su larga historia ligada a su puerto y por su proximidad con España.

Pasear por sus calles supone todo un viaje en el tiempo, en el cual conoceremos construcciones tan emblemáticas como su catedral de estilo gótico y su claustro, construidos entre principios del silo XIII y finales del XIX.

Además, desde la Oficina de Turismo recomiendan otras visitas como el Castillo Viejo, levantado en el siglo XI; la Puerta de España, donde antaño estaba el camino que partía hacia el país vecino, o las murallas que salpican la ciudad, desde la romana hasta las de los siglos XVI y siglo XVII.

Además, para adentrarnos de lleno en la historia de Bayona, una buena opción es el Museo Vasco. Fundado en 1922 en una mansión burguesa de finales del siglo XVI, acoge una importantísima colección de objetos y obras de arte que dan testimonio de la sociedad vasca de la época.

Espelette

Dejamos atrás el mar por la A63 hasta la última parada de esta ruta a media hora de Bayona, y llegamos a una población que nos demuestra que el País Vasco francés es mucho más que paisajes de costa. El pintoresco pueblo de Espelette, en el corazón de la región, se presenta como la típica villa vasca, con una fama que ha llegado a todo el mundo gracias a un cultivo muy singular: el pimiento de Espelette.

El origen de este producto lo encontramos en México, y aunque fueron los primeros colonizadores quienes lo trajeron al Viejo Continente, es todo un misterio cómo llego concretamente a Espelette. Para conocer un poco más sobre esta curiosa historia, “se puede visitar un taller de pimiento”, señalan desde la Oficina de Turismo del pueblo.

Pero más allá de sus cultivos, podemos visitar interesantes lugares que conforman la personalidad de Espelette como “el castillo y sus exposiciones, la iglesia, la Chocolateria Antton o la calle principal con sus tiendas de artesanía”, comentan. O bien simplemente podemos relajarnos en alguna de sus terrazas y disfrutar de la gastronomía del lugar.

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