Nuestra Señora Flor del Carmelo: Oasis de paz carmelitana


«Que eres mi timonel, que eres la guía/ de mi oculta sirena cantadora,/ escrito está en la frente de la proa/ de mi navío, al sol del mediodía». Rafael Alberti, Marinero en tierra, poema dedicado a la Virgen del Carmen marinera, ese octavo sacramento de los cristianos de costa y tierra.

Parroquia Nuestra Señora Flor del Carmelo, Avenida El Ferrol, 49, barrio del Pilar, zona Altamira para más datos. Padres carmelitas calzados, de la estricta observancia por tanto. Un templo de Miguel Fisac.

Porque de esta parroquia, que merece la pena visitar en peregrinación carmelitana, lo primero que impresiona es el claustro de acceso al templo, una bahía de gracia, de caricias de nuestra madre la Virgen del Carmen, marineros en tierra, en este valle de lágrimas, peregrinemos en la barca que es la Iglesia.

La ornamentación exterior es la misma que la interior del templo, geometrías de existencia. La Iglesia que está fuera, en el mundo, y que está dentro. La misma Iglesia, el pueblo de Dios.

Y el claustro o patio desde el que se accede al templo. Con una imagen clásica de Nuestra Señora del Carmen que te recibe como si fuera una fuente de gracia, venero de salud del alma y cuerpo, el agua purificadora que además es trasparencia y sonido celestial, solo roto por el silencio.

El claustro, me quedaría sentado horas y horas a la sombra del olivo, el árbol de la paz, Alberti de nuevo, y el ciprés. Un olivo y un ciprés, la fe cristiana, horizontal en solidaridad y vertical en esperanza.

Un claustro conventual, que es la delicia de la comunidad en las fiestas, como por ejemplo la de la Virgen del Carmen, este día 16 de julio a las 20.30 horas con solemne ofrenda floral. El claustro, que está protegido por los salones de las catequesis, de los grupos parroquiales, y en el nivel superior, una comunidad de religiosos con cuatro miembros.

La parroquia de Nuestra Señora Flor del Carmelo es síntesis histórica de la presencia de los padres carmelitas calzados en el barrio del Pilar. Llegaron aquí en los años setenta y estuvieron, primero, en la parroquia de Nuestra Señora de los Reyes, que se fusionó con la parroquia de Nuestra Señora de Altamira para dar nacimiento a la actual.


El 30 de noviembre de 1990, don Ángel Suquía inauguró este templo obra de Miguel Fisac, arquitecto emblemático de una período de la cultura española. Son muchos los estudios sobre la arquitectura española que se refieren a esta iglesia.

Mi admirado Campo Baeza denomina a Fisac el arquitecto rebelde, y este templo es una muestra de esa rebeldía religiosa de líneas puras, de luz, poesía geométrica, pentágono irregular con cubierta cuadrada, vigas agujereadas, prodigio de caminos que se entrecuzan como las líneas de la vida, plancha de hormigón blanco con la estrella carmelitana, una imagen de Cristo resucitado no figurativa y una imagen de la Virgen de la ternura del Carmelo, obras de los Hermanos Ortega, hechas con pino de Valsaín.


Actividades de la parroquia

El padre Luis Ortiz Serrano está acompañado por el padre Miguel Ángel Pérez. Entre los dos llevan esta parroquia de cerca de veinte mil habitantes. Según la guía diocesana, en el territorio hay una comunidad de Ursulinas de Jesús.

Esta parroquia acoge además no pocas actividades del arciprestazgo, como los cursillos prematrimoniales, las confirmaciones de adultos o el Vía Crucis del viernes santo, que congrega a miles de fieles. Hay una población mayor, que es la feligresía de toda la vida, y que ahora está dando paso a familias jóvenes que ocupan los pisos que se venden.

También es notable la presencia de personas de Ecuador y Perú. Gente sencilla y participativa.

Como es habitual, la Cáritas parroquial tiene dos grandes tareas: la acogida y el seguimiento. Atiende a treinta familias con alimentos, cada quince días, además de los pagos puntuales de facturas. El último domingo de mes se hace la operación kilo.

De entre los grupos hay que destacar el de jóvenes, «Amigos siempre», espíritu escultista dedicado a la formación de los niños y los jueves, que ahora celebra su campamento en Gabilanes (Ávila), y los Laicos carmelitanos. No lo dudemos, la Virgen del Carmen lo llena todo.

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