- Sloviansk, al norte de Kramatorsk, en Donetsk, es una de las localidades que aún controla el ejército ucraniano
- La ciudad, que antes contaba con más de 100.000 habitantes, en la actualidad apenas alcanza las 30.000 personas
Víctor Belivouec es cirujano y desde hace tres semanas trabaja como voluntario en el hospital médico Mykola Pirogov, de Sloviansk, una localidad ubicada al norte de Kramatorsk, en la zona de la provincia de Donetsk que aún controla el ejército ucraniano y que, en las últimas horas, ha sido bombardeada.
No es la primera vez que le toca trabajar en el Donbás, nos cuenta el cirujano mientras apura el cigarrillo que tiene en una mano y revisa con atención el teléfono donde le alertan de una nueva urgencia: «Llevamos desde 2014 curando las heridas de esta guerra».
Cuando termina de atender a un militar herido, retoma su testimonio. «Yo vine como sanitario en 2014, cuando comenzó la guerra. Este es un hospital pequeño, pero cuenta con un servicio de cirugía completo y con un equipo de respuesta rápida», nos explica, mientras nos enseña las instalaciones del centro.
Llama la atención que no haya tantos pacientes, pero en las últimas semanas se ha convertido en un primer punto en el que estabilizan a los heridos antes de derivarlos a otros más grandes como el de Dnipro.
En un constante ir y venir de vecinos de la localidad, y pacientes que llegan para una primera atención. Nos detenemos en un joven con muletas. Nos cuenta que fue alcanzado por metralla cuando intentaba evacuar a su familia desde una de las zonas bajo control ruso.
«Hay muchos más civiles heridos»
En general, todos coinciden en que llevan demasiados años haciendo frente a las consecuencias de este conflicto. «Brindamos asistencia militar y civil», retoma su relato el cirujano. Él nació en Kiev y los primeros días de la invasión rusa, el 24 de febrero, se quedó en la capital para ayudar. Con el repliegue y concentración de los ataques en la región del Donbás, decidió trasladarse a este hospital.
El resto del personal sanitario coincide en que, desde que el ejército ruso decidiera concentrar su acción en esta región tras retirarse de la capital, ha aumentado el volumen de pacientes.
«Hay muchos más civiles heridos», aseguran. También cuentan con el apoyo de médicos militares que atienden a los que vienen aquí, y es que, como nos recuerda, el hospital recibe pacientes de otras localidades cercanas como Lyman e Izyum.
«Contamos con suficientes suministros para atender, pero el nivel de este hospital es el que es y el nivel de cualificación de los médicos no permite brindar una atención más profunda», por eso tienen que mandarlos a otros lugares de Ucrania.
Actualmente, con los constantes bombardeos y explosiones, atienden a más heridos por metralla que por bala.
«No tenemos suficientes ambulancias blindadas para poder sacar a los heridos del campo de batalla con un mínimo de seguridad», incide. Además, critica que muchos de sus compañeros se han terminado marchándose.
Belivouec colecciona cada día decenas de historias. Los casos que más le marcan son los de civiles. Recuerda cómo hace unos días atendió a una mujer embarazada que tenía 30 años.
Uno de sus brazos fue arrancado, el otro con fracturas; también tenía heridas severas en la pierna y en el abdomen. «Ella perdió al bebé. No pudimos hacer nada, la operamos y la derivamos a un hospital grande en Dnipro», concluye.
En la puerta del hospital nos encontramos con un grupo de paramédicos de Pirogov First Volunteer Mobile Hospital (PFVMH), una organización no gubernamental de profesionales de la salud que brinda atención médica en la primera línea de la guerra en Ucrania. «La situación en el frente es terrible y necesitan mucha ayuda», dice Jennifer Mulle, procedente de Canadá.
Además, organizaciones como Médicos Sin Fronteras trabajan en esta parte del país apoyando a centros de salud cercanos a la línea del frente en el oblast de Donetsk para asegurarse, dicen, de que tienen suficientes suministros y formación para poder seguir atendiendo a los pacientes, incluso si se cortan las líneas de suministro por los intensos combates.
Esta organización ha visitado centros sanitarios en las provincias de Donetsk y Lugansk, tienen capacidad quirúrgica, pero a distintos niveles. Por eso, en algunas localidades como Pokrovsk, ofrecen orientación, entrenamiento y formación continua al personal de los hospitales para que mejoren y amplíen su capacidad quirúrgica y están disponibles para intervenir en caso de una afluencia masiva de pacientes.
Sigue el sonido incesante de los bombardeos
En las últimas horas, la localidad de Sloviansk han sufrido varios bombardeos. Las autoridades no permiten fotografiar el lugar de los hechos para, según dicen, que el ejército ruso no pueda constatar a través de las noticias que ha logrado su objetivo; además, señala el alcalde de esta ciudad, Vadym Lyakh, en una entrevista con RTVE.es, que el objetivo es evitar que se produzcan réplicas o que estén en líneas de fuego.
«Les insto a mis vecinos en que no deben grabar ni distribuir videos del bombardeo en las redes sociales». Nos confirma que durante el ataque, dos escuelas han sido dañadas y las ventanas de las casas colindantes volaron por los aires.
Las alarmas antiaéreas suenan constantemente en esta ciudad fantasma. Pero para los pocos vecinos que salen a la calle, lo más insoportable es el sonido incesante de los bombardeos. Temen que su ciudad pase a ser un campo de batalla.
Viven cerca del frente, a unos 30 kilómetros aproximadamente, y los combates se están intensificando. Desde aquí se escucha cómo la artillería pesada y las bombas caen en localidades limítrofes y sienten que en cualquier momento ellos podrían ser los siguientes. Sloviansk junto con Kramatorsk son los dos grandes símbolos de la resistencia ucraniana en el Donbás.
Esta ciudad sufrió la guerra de 2014 y ahora sus habitantes vuelven a vivir las evacuaciones forzosas para ponerse a salvo. «Cuando se corta la luz, el gas y el agua, el número de las personas que abandonan la región aumenta», explica el alcalde.
Su ciudad, que antes contaba con más de 100.000 habitantes, en la actualidad apenas alcanza las 30.000 personas. Las autoridades dan todas las facilidades de transporte para que quien quiera pueda ser evacuado.
Desde aquí la mayoría de las personas son evacuadas a Dnipro, pero desde allí son trasladadas a otros lugares de Ucrania.
Sin embargo, hay familias que, aunque se marchan durante unos días, terminan volviendo a sus casas y esto se debe a que tienen parientes con dependencia o de avanzada edad que necesitan de sus cuidados y que no pueden o no quieren abandonar sus hogares; otros vuelven por sus animales.
Pero, asegura el alcalde, hay vecinos que jamás abandonarán sus tierras: «Los que viven en las zonas más remotas y que tienen miedo a lo desconocido; prefieren quedarse aquí”.