- La OMS ya ha advertido de que es previsible que sigan apareciendo nuevos casos en las próximas semanas
- Sin embargo, su capacidad limitada de propagación y una menor gravedad hacen que el riesgo pandémico sea muy bajo
El número de casos confirmados de viruela del mono aumenta cada día, y la OMS ya ha advertido de que es previsible que sigan apareciendo más en las próximas semanas.
Fuera de África, España es el segundo país con más positivos confirmados, por detrás de Reino Unido, aunque el origen y las principales cadenas de contagio todavía no se han podido determinar.
Los mayores esfuerzos se centran ahora en cortar la circulación del virus, a pesar de que no se espera que la transmisión comunitaria sea elevada, y mucho menos que origine una situación similar a la vivida con la pandemia de COVID-19.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha recomendado este lunes concentrar el foco en una rápida identificación de los casos, así como en la gestión, rastreo de contactos y notificación.
Según ha apuntado, el riesgo de contagio es «muy bajo» en la población general pero «alto» en personas con múltiples parejas sexuales.
«Estamos ante un fenómeno muy distinto de la COVID-19, y no tenemos el mismo riesgo pandémico. Se trata de brotes epidémicos de una enfermedad inusual, pero que no es nueva», expresa a RTVE.es
Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud, para quien «la diferencia fundamental es que se trata de una patología que no afecta con la misma severidad ni tiene la misma proclividad a generar un ingreso hospitalario o una defunción. Su evolución natural es a resolverse espontáneamente después de tres o cuatro semanas».
Este epidemiólogo explica que «el mecanismo de transmisión es muy distinto» entre ambas enfermedades, ya que esta «es por contacto estrecho, por fluidos corporales, por gotículas gruesas con una exposición larga, por heridas que entran en contacto con el fluido corporal contaminante…
Pero no es algo que va a estar flotando en el aire en los transportes públicos, en los interiores mal ventilados, como es el caso del SARS-CoV-2». Además, tampoco existe la figura del asintomático tal y como la conocemos en la enfermedad COVID-19, que ha jugado un papel fundamental en su propagación.
Una enfermedad autolimitante
El catedrático de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola, coincide en asegurar a RTVE.es que «el riesgo de convertirse en una nueva pandemia es muy bajo, muy improbable, debido al tipo de transmisión», aunque reconoce que este está siendo el brote de mayor intensidad de los que se han registrado hasta ahora de esta enfermedad, porque «está afectando a más gente y a más zonas geográficas».
Badiola descarta que en las próximas semanas se produzca una explosión de casos, ya que «los contagios humanos tienden a ser autolimitantes», lo que significa que la transmisión del virus desciende conforme se va propagando.
Su tendencia, a diferencia de la COVID-19, es a limitarse en vez de a propagarse. «El contagio no es fácil, porque necesita un contacto estrecho y directo, y en determinadas circunstancias.
No es el COVID, aunque también puede haber contagio respiratorio, pero tiene que ser por gota gruesa. Yo le doy más importancia a que se produzca a través de la sangre, a través de las pústulas que se forman, que son como ampollas que se rompen y tienen en su interior vasos sanguíneos», detalla.
En lo que sí coinciden ambas enfermedades es en la necesidad de aislar a los casos positivos y sus contactos más cercanos, para cortar las cadenas de transmisión.
Según han indicado las autoridades sanitarias, los contactos estrechos de pacientes diagnosticados con viruela del mono deberían guardar una cuarentena de 21 días, que es el periodo de incubación del virus, mientras que el paciente ya enfermo tendría que aislarse hasta que las pústulas producidas por la enfermedad se hayan caído.
Asimismo, deben evitar el contacto con inmunodeprimidos y mascotas, así como abstenerse de realizar actividad sexual con otras personas.
Vacunación muy localizada
«Lo que hay que hacer es un rastreo minucioso de los nuevos casos y sus contactos estrechos. Hay que trabajar muy intensamente en interrumpir las cadenas, y esto puede llevarnos varias semanas, si no meses.
Para mí lo más importante es aislar a todos los casos», expresa en este sentido el exdirectivo de la OMS Daniel López Acuña.
«Ningún rastreo es sencillo, pero este puede hacerse de manera más factible», explica, y apunta a la posibilidad de vacunar a los contactos estrechos, como se hizo en los brotes de Estados Unidos de hace años.
«Aunque no debemos pensar que va a requerir vacunación general masiva», deja claro.
El tratamiento de la viruela del mono se centra principalmente en el alivio de los síntomas, ya que no existe medicación para hacer frente a la infección.
Sin embargo, la vacuna contra la viruela tradicional, que lleva décadas sin administrarse debido a la erradicación del virus, presenta unos niveles de eficacia muy altos debido a la inmunidad cruzada.
Las autoridades sanitarias españolas barajan la compra de estas vacunas, que además han sido mejoradas en los últimos años y su eficacia contra la viruela del mono es aún mayor.
El investigador de la Universidad de Zaragoza Juan José Badiola tampoco cree que se vaya a producir una vacunación masiva.
«Las autoridades sanitarias dirán, y además de a contactos cercanos quizá también la recomienden a inmunodeprimidos o a embarazadas, si se ve que esto continúa y el riesgo sigue vigente», sostiene, y apunta a que las personas nacidas antes de 1980, que es el año en el que se dejó de administrar la vacuna en España, «tienen una ventaja», porque la gran mayoría están vacunados, y «es una vacuna que inmuniza para toda la vida».
«Estamos en la fase de ver cuántos contagios salen a partir de los contactos con los rastreos, y esto puede tener un margen de una a tres semanas. A partir de entonces decaerá, cuando estos casos sean controlados, salvo que haya nuevos eventos contagiadores, aunque ahora la gente ya está prevenida», prevé este experto en enfermedades emergentes de origen animal.