La vida política coge a ratos una velocidad vertiginosa y ha habido circunstancias históricas en que las cosas se salen de los carriles y se complican y se enredan y terminan estallando de la peor manera posible. Lo que ocurrió durante la Segunda República y la Guerra Civil da la medida de cuán extremadamente compleja puede resultar la gestión de los asuntos públicos. Josefina Carabias conoció a Manuel Azaña en el Ateneo de Madrid cuando tenía 22 años y el escritor y político republicano, cincuenta. Ella no sabía todavía que terminaría dedicándose al periodismo y él ignoraba que iba a tener un protagonismo esencial en la construcción de un puñado de leyes que cambiaron radicalmente España, para modernizarla y para dar mayores oportunidades a quienes tenían menos recursos y posibilidades.
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