
La pandemia ha reducido las fiestas populares y el ocio nocturno en Japón, dos fuentes de ingresos regulares para las bandas yakuza. Pero los miembros de la mafia japonesa se enfrentan a un problema de más fondo. La media de edad de los clanes cada vez es mayor. Temen la perspectiva de terminar sus días sin pensiones o cualquier otro tipo de ayuda gubernamental.
Las recomendaciones oficiales de evitar lugares concurridos para evitar el contagio de covid-19 ha cancelado o reducido el número de festejos callejeros, en los que es habitual que los miembros de los rangos más bajos de la yakuza monten tenderetes de comida o cobren dinero a cambio de protección a los comerciantes que venden sus mercancías.