
La gremolata es un majado que se usa en la cocina italiana y no puede faltar en platos como el ossobuco a la milanesa, aunque teniendo en cuenta sus ingredientes principales -y que acepta variaciones con frutos secos- también está buenísima con pescado y marisco.
No es muy diferente de las “picadas” a base de frutos secos, ajo y perejil con las que se rematan por aquí algunos estofados. La diferencia está en que aquí normalmente se ponen con la suficiente antelación como para que el ajo pierda toda la fuerza, y en Italia van un poco más a la brava y lo ponen casi al final.
En esta receta puedes escoger si hacerlo de una manera o de otra. Yo apostaría por dejar que se noten un poco el ajo fresco y el limón, pero si tu estómago no está nada de acuerdo con eso y te juegas una noche toledana, ponlo a la vez que la caballa. El toque de limón fresco puedes recuperarlo al final, sirviendo unos gajos extra para que cualquiera pueda ponerse un chorrito directamente en el plato.
He usado una cazuela plana con tapa y no el horno porque -si la cazuela y la tapa encajan bien- en realidad hacen las veces de horno rudimentario (y mucho menos caluroso que el otro). Para ajustar la cantidad de líquido que queremos que quede en el fondo -debería quedar un poquito de salsa clara, fruto de la evaporación del vino, el aceite y el jugo del pescado y la cebolla- solo tenemos que tapar o destapar la cazuela. Si la destapamos, el pescado puede tardar un par de minutos más.
Dificultad
Pillarle el punto al pescado (pero si tienes en cuenta nuestros consejos es muy fácil).
Ingredientes
Para 4 personas
Para la gremolata
Preparación
Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com