El grito final de Un mundo normal es un “¡Abuela!” lanzado contra viento y marea por una nieta que acaba de tirar por la borda sus estudios de Derecho para dedicarse, como su abuela quería, a ser artista. Al igual que su padre, su tío y la difunta matriarca de una saga orgullosa de pertenecer a esa farándula que tan bien y con tanto amor esta película representa. Un clan que en las celebraciones le cantan al sexo y al baile mientras la abuela, una inmensa Magüi Mira a la que le bastan unos minutos en pantalla para estar presente en toda la película, se despide de sus amigos muertos y de una realidad que ya no es para ella. Como no podía ser de otro modo, se trata de una tragicomedia cargada de melancolía por un mundo de viejos cómicos y libertarios cuya extinción hoy cobra un doloroso sentido.
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